Si te digo que ser Project Manager va más allá de usar palabros en inglés y hacer hojas de Excel, igual no me crees.
O quizás sabes perfectamente de lo que hablo.
Sin duda, el mundo empresarial puede ser una auténtica jungla; donde en vez un Tarzán amigable que nos lleve de paseo de liana en liana, nos encontramos con una competencia feroz y clientes/as exigentes.
Y sí, es, nada más y nada menos, en este contexto en el que los/as profesionales del Project Management deben hacer su magia.
Por eso, si bien es cierto que nadie te va a pedir que trepes por los árboles, es imprescindible contar con las habilidades necesarias para diseñar, supervisar y evaluar proyectos si quieres alcanzar el éxito. Sea en el sector que sea.
Es por este motivo que la gestión de proyectos, o Project Management si nos queremos poner modernos, aparece como una solución cuasi-divina para ayudar a quien quiera que deba enfrentarse a este escenario. Desde la planificación estratégica hasta la gestión de riesgos, pasando por la comunicación efectiva y el liderazgo inspirador, saber dirigir un proyecto con garantías de éxito puede resultar más complejo que la tabla del 7 (¿No? ¿A ti no te parece difícil?).
Así que déjate de rodeos, y seamos claros: tener formación especializada en Project Management es tu mejor baza. No solo por la calidad de tu trabajo, que también; si no también para ganar puntos y hacer que tu CV saque ventaja en un mercado laboral tremendamente exigente.
Coge libreta y boli, que vamos a hacer un repaso rápido a los diez puntos fundamentales que componen el decálogo fundamental de todo/a buen Project Manager.
- Planificación Estratégica
- Comunicación Efectiva: El Puente entre Visiones y Realidades
- Liderazgo Inspirador: Potenciando el Poder del Equipo
- Adaptabilidad: La Herramienta Indispensable del Project Manager
- Gestión de Riesgos: Navegando las Aguas del Cambio con Confianza
- Empatía: El Puente hacia la Cohesión y el Entendimiento
- Innovación: Desafiando los Límites y Rompiendo las Barreras
- Evaluación Continua y Aprendizaje: El Ciclo Infinito del Crecimiento Profesional
- Ética: El Cimiento de la Confianza y la Integridad
- Pasión: El Combustible que Alimenta la Excelencia
1. Planificación estratégica
No pretendemos que te conviertas en Alejandro Magno ni en Napoleón, pero igual no es mala idea que saques el Risk de vez en cuanto para practicar tu estrategia. Hay que planificar, y es imprescindible ver más allá de lo obvio.
Porque no, de verdad que no se trata solo de trazar el plan de acción o asignar tareas a tu equipo: hay que anticipar obstáculos (por favor, sobre todo si ya has tropezado antes con esa piedra), identificar recursos necesarios y pautar las medidas de control.
Aquí es donde diferenciamos a un/a buen Project Manager de uno/a excelente. Quien logre elaborar la hoja de ruta detallada, marcará la diferencia.
2. Comunicación efectiva
Si tenemos claro que oír no es lo mismo que escuchar, deberíamos empezar a asumir que hablar tampoco es lo mismo que comunicar. Y si otra cosa tenemos en un proyecto son perfiles distintos con intereses diferentes; a quienes, efectivamente, hay que poner de acuerdo.
Es imprescindible dar un paso más allá y olvidarnos de dar órdenes o transmitir información. Se trata de comunicación efectiva. Apunta bien la palabra: e-fec-ti-va.
Que si tal persona tiene cual necesidad; que si a Fulanito le surge no sé qué problema; que si Menganito tiene esta o la otra duda. Hay que comprender las perspectivas de cada miembro del equipo, anticipar los posibles malentendidos y garantizar la alineación constante de quienes estén implicados. Casi nada, vaya.
Y seríamos unos/as ingenuos/as si creyéramos que esto no es labor del/a Project Manager.
Porque te podemos garantizar que mandar unos cuantos correos electrónicos o celebrar reuniones de seguimiento no va a ser suficiente. Hay que escuchar y valorar.
3. Liderazgo
Siguiendo el mismo razonamiento, es necesario dar un paso más: conviértete en el/la líder que al que te gustaría seguir. No, no se trata de fundar peñas ni clubs de fans de nadie, sino de motivar y guiar a cada persona en el camino del proyecto.
Porque si algo tenemos claro es que aquí cada uno/a es de su padre y de su madre, y ni nos interesan ni nos motivan las mismas cosas, por eso el/la Project Manager debe dejar a un lado su papel de jefe/a y ponerse la capa de líder.
Igual suena cursi, pero es la realidad: nada más y nada menos que ayudar a los/as demás a alcanzar su mejor versión. Al fin y al cabo, todos/as tenemos el mismo objetivo común, y tenemos que remar en la misma dirección.
4. Adaptabilidad
No te vamos a desvelar ningún secreto, pero saber adaptarse a los cambios es una habilidad que no tiene precio; sobre todo si trabajas dirigiendo proyectos, que se basan en el cambio y la incertidumbre.
Sería mucho más fácil tener un plan que va de A hasta B y tenemos X actividades para hacer en el tiempo estimado, pero esto es totalmente irreal (y lo sabes).
Así que es imprescindible que abraces el cambio, que te sumes a él y lo uses para crecer, innovar y superar las expectativas.
Es posible que te suene un poco utópico, pero es la única alternativa.
Debes mantener la mente abierta y flexible, estar dispuesto/a aprender y adoptar nuevas formas de pensar. Nada que con un par de respiraciones profundas y un poquito de mindfulness no podamos conseguir.
5. Gestión de riesgos
Asúmelo, también tendrás que apagar fuegos. No literalmente, claro. Pero en el transcurso de un proyecto las amenazas aparecen como las malas hierbas.
Así que sí, es imprescindible arrancarlas de raíz. Y si podemos prevenirlas, mejor que mejor.
Porque si a estas alturas no hemos dejado claro que un proyecto es un proceso dinámico, algo estamos haciendo mal. De forma inevitable, tiene riesgos: reales, potenciales y hasta imaginarios. Y mi consejo es que los identifiques todos.
A partir de aquí, es más sencillo: valora su impacto y probabilidad, y desarrolla las estrategias necesarias para mitigarlos. O para aprovecharlos, vaya, esto ya depende de ti.
6. Empatía
Si ya hemos aprendido a escuchar y a liderar, ahora nos toca alcanzar la cima siendo capaces de ponernos en la piel de los demás. Es la única forma de crear un equipo cohesionado y que funcione de verdad.
Porque queremos que seas un/a Project Manager de referencia (¿quién no quiere entrar en este salón de la fama?), debes poner las habilidades interpersonales en el lugar que les corresponde. Y si quieres construir relaciones sólidas y de confianza, no basta con dirigir: debes mostrar comprensión y apoyo.
¿Qué hay mejor que hacer las cosas solo? Es evidente, ¿no? En equipo. No solo lo harás más rápido, sino que también llegarás más lejos.
7. Innovación
No te asustes, que es sencillo. No queremos que registres patentes ni que inventes la rueda, se trata de pensar de manera creativa y abordar los retos desde otro ángulo.
Esto, sin duda, marcará la diferencia. Un/a buen/a Project Manager asume los desafíos, un/a excelente, los aprovecha.
Y no tiene que hacerlo solo/a: anima a tu equipo a proponer ideas nuevas y formas distintas de hacer las cosas. Think out the box, que se dice.
Aparecerán soluciones que ni te imaginabas, colaboraciones espontáneas, ideas disruptivas y, en definitiva, otra forma de hacer las cosas.
8. Evaluación continua y aprendizaje
Ya se sabe que “una vez visto, todo el mundo es listo”, y aquí es donde está la clave. Se trata de mantenerse alerta, y entender que un proyecto no es un examen. No basta con rendir cuentas al final, sino también hay que asumir la importancia del ciclo de retroalimentación continua.
Tanto si hay áreas de mejora que identificar, como si tenemos que detectar tendencias emergentes o tomar decisiones informadas, es fundamental que mantengamos los ojos abiertos.
No nos cansaremos de repetirte que cualquier proyecto es dinámico, y está rodeado de misterio e incertidumbre; casi como cualquier buena peli. Así que no te quedes rezagado/a, y apuesta por la evaluación constante para impulsar su crecimiento.
9. Ética
Sin necesidad de ponerse moralista, un/a buen/a Project Manager (y un/a excelente profesional) sabe que la ética no es negociable. El respeto por los valores fundamentales es imprescindible para mantener la integridad del equipo y la reputación del proyecto.
Y no se trata solo de seguir las normas (que también, para qué engañarnos), sino de actuar con honestidad y responsabilidad en todas nuestras acciones; es una máxima, que debe guiar cualquier decisión tomada a lo largo del proyecto.
Además, te ayuda a dormir mejor por las noches.
¿Qué hay mejor que apostar por la equidad, la justicia y el respeto en el trabajo diario? Si esto no es marcar la diferencia, no sé qué lo es.
10. Pasión
Vale, sí, sabemos que si no te gustara la gestión de proyectos no hubieras llegado hasta aquí. Un decálogo no es fácil de leer si no nos interesa su temática, si no queremos crecer como profesionales y si nuestro compromiso con la profesión no es real.
Porque es mucho más sencillo sentarnos ocho horas al día (en el mejor de los casos) y dedicarnos a asignar tareas y mandar correos electrónicos; pero comprometerse de verdad con nuestra labor hará que marquemos la diferencia.
Puede que te suene un poco naif, pero si vas más allá de la responsabilidad laboral y apuestas por el valor de cada contribución, lograrás no solo que cualquier proyecto salga adelante, sino que tu perfil profesional se vuelva irresistible.
Y, créeme, la vida se ve mucho más bonita.
Pero no hay listado de elementos que se precie sin un buen extra; es el bis de nuestro propio concierto.
Porque si hay algo que marca un antes y un después en cualquier desarrollo profesional es, sin duda, la formación.
Contar con conocimientos específicos en gestión de proyectos hará que te muevas como pez en el agua y sepas exactamente cómo enfrentarte a cada desafío. Además de acreditar tu perfil como profesional del Project Management, evidentemente.
Desde las nociones fundamentales del diseño, seguimiento y evaluación de proyectos, hasta la gestión integrada de proyectos, incluyendo metodologías ágiles o la dirección de equipos, podrás especializarte y dominar cualquier área sin despeinarte.